Baudelaire: sexo, drogas y revolución

    Si Charles Baudelaire viviera en nuestros tiempos, serĆ­a el tĆ­o mĆ”s edgy del mundo y toda una celebridad en Twitter. Pero en el siglo XIX no habĆ­a redes sociales, asĆ­ que tuvo que conformarse con ser considerado una de las personas mĆ”s inmorales y escandalosas de la Francia de su Ć©poca.



BiografĆ­a (breve y concisa)

    Charles Baudelaire nació en ParĆ­s en 1821. La Ć©poca en la que nació tuvo, digamos, cierta influencia indirecta en su vida. En breve entenderĆ©is por quĆ©. El padre de Charles falleció cuando Ć©l tenĆ­a cinco aƱos. Su madre, Caroline DufaĆæs, se casó de nuevo veinte meses mĆ”s tarde con Jacques Aupick, quien por aquel entonces era jefe de Estado Mayor con destino en Lyon. Aupick ocupó cargos de importancia tanto en la Segunda RepĆŗblica Francesa como en el posterior Segundo Imperio.

    Y esta es la clĆ”sica pausa publicitaria para situarnos rĆ”pidamente en el contexto histórico: a Baudelaire le pillaron de lleno las revoluciones liberales de 1820, 1830 y 1948. La de 1830 se originó en ParĆ­s con la llamada Revolución de Julio y que culminó con la MonarquĆ­a de Julio, con Luis Felipe I de Francia en el trono. En 1848, tras una crisis económica, social y polĆ­tica bastante fuerte, esta MonarquĆ­a dio paso a la Segunda RepĆŗblica de Luis Napoleón Bonaparte, quien mĆ”s tarde se convertirĆ­a en Napoleón III tras el golpe de Estado llevado a cabo por su persona en 1851.

    Os preguntarĆ©is: ¿todo esto a quĆ© viene? Pues viene a que a parte de que nunca estĆ” de mĆ”s saber un poquito de historia, ahora podemos entender mucho mejor varias cosas. De entrada, la mala relación que tuvo siempre Charles con su padrastro. Su madre se fue contagiando cada vez mĆ”s del puritanismo y la rigidez de Aupick, acordando ambos internarle en un CollĆØge en 1936, del que Baudelaire acabó siendo expulsado.

    En 1940 ingresa en la Facultad de Derecho. Y ahora es cuando empieza lo importante, la enjundia, a lo que yo querĆ­a llegar. En su Ć©poca universitaria, Charles conoce a Balzac y a Louis MĆ©nard (Prometeo liberado). A este Ćŗltimo, Baudelaire le inició en el consumo de hachĆ­s. Su adicción a las drogas y pasarse mĆ”s tiempo en ambientes bohemios que estudiando provocaron numerosos altercados en la familia. Y eso no era todo.

    Al mismo tiempo, Charles frecuentaba prostĆ­bulos y comenzó a mantener relaciones con Sarah, una prostituta del barrio judĆ­o a la que Ć©l mismo (repito, Ć©l, no los demĆ”s) apodaba La Louchette (la bizca). Dicen las fuentes que ademĆ”s de torcer un poco la vista, la chica tambiĆ©n era un poco calva. Que para gustos colores, pero quizĆ”s los de Baudelaire eran un poco… especiales. Digo yo. El caso es que este estilo de vida no gustaba mucho a su familia, de modo que Aupick decidió mandarlo en barco a los Mares del Sur (el PacĆ­fico) para alejarle de la vida bohemia. Y claro, al chico le gustó tan poco la idea que decidió salir de allĆ­, dar media vuelta y volverse a Francia. Porque sĆ­. Porque podĆ­a.

    No hace falta decir que no tardó en volver a su antiguo estilo de vida. Empezó a frecuentar los cĆ­rculos literarios y artĆ­sticos y, mientras tanto, escandalizó a todo ParĆ­s por sus relaciones con la joven Jeanne Duval, bailarina y actriz de origen haitiano (se ve que el enrollarte con una chica mulata era infinitamente mĆ”s grave que tener dos amantes al mismo tiempo o, como poco, alternarlas. Pues bueno). No obstante, no todo iba a ser libertinaje.

    Charles ganó fama como crĆ­tico de arte. Gracias a su obra El salón de 1846 (habĆ­a escrito una el aƱo anterior), llegó el reconocimiento al hasta entonces desconocido EugĆØne Delacroix (La libertad guiando al pueblo, 1830).

Poesƭa, decadentismo y escƔndalo

    ¿Para quĆ© sirvió toda esta espiral de drogas, sexo y gustos particulares envuelta en un ambiente bohemio? Para contribuir a que se desarrollase uno de los movimientos mĆ”s importantes de la historia de la poesĆ­a: el simbolismo.

    En pocas palabras, se puede decir que el simbolismo es la reacción al realismo y al naturalismo. O lo que es lo mismo: los poetas estaban hartos de que todo lo que se escribĆ­a fuese cotidiano, banal. Del dĆ­a a dĆ­a vaya. AsĆ­ que Baudelaire y otros tantos defendieron que, por encima de eso (que creo que lo consideraban bastante “cutre” en tĆ©rminos mĆ”s nuestros), estaban la espiritualidad, la imaginación y los sueƱos. Todo bastante bohemio, claro.

    Precisamente, Baudelaire es considerado el “padre” del simbolismo junto con Verlaine y MallarmĆ©, y su obra principal, Las flores del mal, es una de las obras de referencia del movimiento, si no la principal. Pero no voy a hablar de estructura, figuras o recursos. No. He venido a hablar de Baudelaire y su contribución a la literatura a travĆ©s de sus particulares gustos.

    Las flores del mal (1857) se estructura en siete partes. Para el autor, los poemas y sus diferentes partes conforman un viaje, un itinerario moral y fĆ­sico que culmina con una conclusión final: La muerte (alerta de spoiler: Baudelaire era intenso).

    La sección que quizĆ”s representa mejor cómo era o quĆ© le interesaba (desde mi punto de vista) es Cuadros parisinos (Tableaux parisiens). El tĆ­tulo, desde luego, puede inducir a error. Estos “cuadros”, mĆ”s que reflejar en quĆ© se convirtió el ParĆ­s que habĆ­a diseƱado el barón Haussmann, exponen el lado mĆ”s oscuro y decadente de la capital francesa. Nuestro querido Baudelaire escribe “A una mendiga pelirroja”, a “Los ciegos”, “Los siete viejos” e incluso a un esqueleto. Todo muy decadente, por supuesto. Porque estaba comprometido. Con su visión del mundo, con su rechazo al nuevo ParĆ­s y con lo mĆ”s bajo de la sociedad.

    Haussmann, bajo las órdenes de Napoleón III y tras la revolución de 1848, remodeló ParĆ­s por completo. Avenidas anchas y transitables, calles amplias con una distribución radial… ¿El objetivo? Eliminar tantos recovecos y huecos como fuese posible para que, en caso de una futura revolución, no hubiera donde montar barricadas y esconderse. Y claro, eso no le gustaba nada ni a Baudelaire ni al resto de simbolistas. Y por supuesto, a su padrastro no le gustaba la opinión de Baudelaire. Eso traerĆ­a consecuencias.

    Ese mismo aƱo, el autor fue acusado de “ultraje a la moral pĆŗblica”, por lo que se vio obligado a retirar seis poemas. En realidad, se vio obligado a retirar bastantes mĆ”s cosas. Entre ellas, por cierto, poemas dedicados a Lesbos y al amor entre mujeres. Os dejo un pequeƱo fragmento de uno de ellos, Mujeres condenadas: Delfina e Hipólita, porque creo que solo Baudelaire podrĆ­a escandalizar a toda la sociedad francesa con unos versos tan refinados para decir, en resumen, que estaban teniendo una sesión de sexo salvaje:

Tendida a sus pies, tranquila y llena de gozo,

Delfina la cobijaba con ardientes miradas,

Como una bestia fuerte vigilando a su presa,

Luego de haberla, desde luego, marcado con

sus dientes.

[…]

Buscaba en la mirada de su pƔlida vƭctima

La canción muda que entona el placer,

Y esa gratitud infinita y sublime

Que brota de los pƔrpados cual prolongado

suspiro.

    MagnĆ­fico, ¿verdad? Creo que sólo ahora, despuĆ©s de todo esto, descubrimos que Charles Baudelaire no era edgy. No es que tuviera gustos particulares (mĆ”s o menos). Lo que en realidad era es una voz de los marginados del ParĆ­s moderno. Alguien que no pensaba permitir que las pobres almas de su tiempo cayesen en el olvido. Que preferĆ­a escandalizar a toda una sociedad a complacer. Porque asĆ­ era Ć©l, comprometido con la poesĆ­a. Y con la vida. No quiero decir que fuese el salvador de las masas. Eso serĆ­a demasiado presuntuoso y estoy seguro de que el propio escritor odiarĆ­a ser reconocido asĆ­. Irreverente, espiritual, intenso. Charles Baudelaire.

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