No me escondo. Estoy obsesionada desde hace años con una película de Xavier Dolan, Les amours imaginaires. Y no importa cuántas veces pueda hablar de esta película porque, cada vez que surja, voy a hablar de ella. Y no me importa repetirme una y otra vez. Así que bueno, vamos allá.
Sin entrar en spoilers, debo decir que una de las cosas que más me gusta de esta película es que nada de lo que nos cuentan es cierto, porque todo lo que vemos lo vemos a través de los ojos del amor. Y es que, ¿qué hay de verdad en enamorarse? ¿En qué momento dejamos de ver la realidad para ver lo que queremos ver en esa persona? ¿Para percibir lo que más nos conviene de esa persona? ¿Se le puede llamar a eso amor?
Durante la primera mitad del film, nuestros dos protagonistas están nadando en la cresta de la ola del enamoramiento, la serotonina se pone al máximo y ven a Nico como un Adonis o como al propio David de Miguel Ángel. Todo lo que hacen lo hacen para agradarle y, a su vez, todo lo que ven de Nico, les agrada. Entonces, llegamos a esa escena, la que transcurre en una librería. Nico coge un libro y, en voz alta, les recita un poema a sus dos amigos. Este poema de Jacques Lacan:
Quand, dans l'amour, je demande un regard,
ce qu'il y a de foncièrement insatisfaisant
et de toujours manqué, c'est que tu jamais
me regardes là d'ou je te vois.
Este poema no es más que una suplica de un deseo insatisfecho cuya realización nunca llega. El autor pide a la persona que ama que le mire de la misma forma en que él la ve. Quiere que lo vea con los ojos del amor. Y es en esta escena en la que podemos ver los ojos suplicantes de Marie y de Francis mirando a Nico, que está recitando las palabras que justo ellos dos sienten en ese momento, suplicando lo mismo que suplicó Lacan. Y es que en esta película, las miradas y la música dicen más que las palabras de los propios personajes, ya que todos mienten. Excepto en esos pequeños interludios en los que aparecen las historias de los personajes secundarios. En esos momentos sí hay sinceridad porque no aparecen nuestros protagonistas.
Así, al comienzo, se nos muestra a un Nico lleno de vida, libre de cualquier prejuicio, inmaculado y ajeno a cualquier maldad del mundo. No es casualidad que aparezca en la cafetería con unas gafas con forma de corazón, tenemos de nuevo la mirada del amor. Así lo ven nuestros dos protagonistas. Sin embargo, al final de la película, Nico aparece sucio, algo desmejorado, apagado, llevando colores tristes. La mirada de Marie y de Francis ha cambiado.
En definitiva, podría hablar de tantísimas cosas en esta película que tendría que dedicar una entrada a cada una de ellas. Es probable que lo haga. En el cine, en el arte en general, encontramos algo de maldad y picardía. Una picardía que nos invita a asomarnos en busca de respuestas y luego nos aleja con más preguntas de las que ya arrastrábamos.
¿Hasta dónde alcanza la mirada del amor? ¿En qué se convierte? ¿Acaso es real lo que vemos cuando estamos enamorados? ¿Mienten los ojos del amor?
Recomiendo encarecidamente que le echéis un ojo a la película, por si acaso encontráis alguna respuesta.
Recomiendo encarecidamente que le echéis un ojo a la película, por si acaso encontráis alguna respuesta.
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